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Milano

Escribo estas pocas lineas desde Milán, Italia. Una amiga me ha invitado a asistir a su boda en Génova y aquí estoy, de camino al acontecimiento. La verdad es que ando un poco nervioso porque nunca he estado en una boda italiana y no sé muy bien como he de comportarme (tampoco sé comportarme muy bien en las bodas de mi propio país...). Ademas, mi dominio del idioma italiano es menos que pobre. De todos modos, creo que asisten muchos invitados, asi que intentaré pasar desapercibido entre la multitud.

Sin embargo, ahora estoy en Milán, y a continuación remarco algunas anécdotas breves sobre mi estancia en esta hermosa ciudad:

- Llego a la Piazza del Duomo y me encuentro con la catedral en pleno proceso de restauración y limpieza. Intuyo que la fachada  principal debe ser impresionante, porque no se puede ver y está completamente cubierta con andamios.

- Una noche entro en una cerveceria alemana y paso un rato agradable. Veo a la gente en la calle, tomándose sus copas, y me acuerdo de mi querida España. Entablo una breve conversación con los compañeros de barra. Una "ragazza" se me presenta como Steffi, habitual del local, y se dedica a tomarme un poco el pelo, en italiano claro, que así no me entero de mucho (¿Volveré a cruzarme alguna vez con Steffi?)

- A la vuelta de la cervecería, avanzada la noche, me roban una cadena sin mucho valor, pero a la que tenía cariño. Fue un robo bastante inofensivo, en cualquier caso. Yo, como venía del pub con unas cervezas de más, no di mayor importancia al suceso y seguí caminando hacia el hotel. Cosas de los tiempos modernos...

- Desde que llegué a Italia lucho desesperadamente para que el traje que tengo preparado para la boda se arrugue lo menos posible. No sé si lo conseguiré. Tengo la boda mañana, asi que sólo me quedan unas horas más y después podré hacer una bola con él y meterlo en la mochila y olvidarlo para siempre.

Bueno, tengo que coger el tren hacia Genova dentro de poco. Hasta pronto, Milán. Volveremos a vernos.